Grup
Dimecres.
Geografía de un sentimiento.
0. Desde la emoción y la memoria.
Com
el cavall de l’Amadis de Gaula
moria
l’horabaixa a Manacor,
dimecres
a la nit, junts a la taula
ens
naixia alegria dins el cor.100
S’eixamplava
l’ale amb la paraula
i
els estels escampaven rastres d’or…
Can
Nofre havia tornat l’hermosa aula
dels
artistes del poema i de la flor.
En
Brunet escampava glops de lluna,
Guillem
Jaume alenava brins d’estrelles,
n’Amengual
confitava sols d’argent.
Longino
–un bloc petit– copiava la fortuna,
Domingo
Vega escoltava afans i maravelles
(la
barba d’Alexandro ametlava l’ambient).
Josep
Melià.
17
de agosto de 1977.
Una de las maneras que puede resultar más
adecuada para comenzar a describir esas cenas de ambiente distendido realizadas
por este grupo de intelectuales, de artistas y de amantes del arte, que dieron
lugar al Grup Dimecres, quizás sea la de dejar
patente la singular y extraordinaria confluencia de ánimos, de afectos, de
camaraderías y de voluntades que se pusieron en común entre personalidades tan
heterogéneas como las que componían estos encuentros, unas citas que se
produjeron con una continuidad tan intensa que contrasta con la poca constancia
que suele caracterizar al ser humano. Y es que nuestra perenne volatilidad, una
de esas facetas que a menudo comparece en un buen número de personas, es una
querencia por la que incluso los individuos más estables, los más reposados,
tienden al cambio igual que a la permanencia, a la inconsistencia tanto como a
la solidez, mientras van variando la dirección inicial de sus planteamientos a
medida que transcurre el revirado devenir de sus vidas. Si estos sujetos,
además, están dotados de cierto temperamento artístico, como lo tenían casi todos
los asistentes a las reuniones del grupo, su propia sensibilidad irá aumentando
esta mutabilidad, esta porosidad, hasta convertirlos en seres aún menos
previsibles de lo que es habitual. La realidad, sin embargo, es que las
convocatorias del Grup Dimecres fueron una especie
de pequeño milagro provocado por esa preciada y escasa constancia humana; un
acontecimiento peculiar por su duración, algo más de cinco años, por su
continuidad, una vez por semana en su prolongada etapa de máximo esplendor, y
por las personalidades tan variopintas que llegaron a concentrarse alrededor de
una mesa. Una conjunción de casualidades, conexiones y hechos que sirven para
dar buena cuenta del ambiente cultural y artístico de una isla, Mallorca, y de
una época, los setenta, que tuvieron la suerte de contar con una generación de
intelectuales nacidos, llegados y aquí vividos, del más alto nivel y que
contribuyeron de manera muy especial a librarnos de cierto aislamiento que, por
la singularidad geográfica de nuestra comunidad, siempre hemos padecido[2].
Todo ello se consiguió a base de transmitir, en un ambiente relajado y de
amistad, los afectos, conocimientos, experiencias, técnicas e ideas, que este
grupo extraordinario de personas fueron capaces de compartir en una sintonía que,
desgraciadamente, es menos habitual de lo que debiera.
Los historiadores, en los estudios que realizamos y
a veces en nuestras propias vidas, tenemos cierta dificultad a la hora de
manejar sentimientos, pero resulta casi imposible describir de manera precisa
la anatomía de este grupo sin hablar de sus emociones. Parece obvio para
cualquier interesado en la plástica mallorquina que los nombres que
participaban en estas reuniones, con mayor o menor asiduidad, no tenían como
colectivo ninguna relación estilística, conceptual, formal o estética, no eran
una corriente artística, ni de opinión, ni por supuesto de pensamiento,
simplemente eran una serie de artistas y de aficionados al arte que se
juntaban, y nunca mejor dicho, por verdadero amor al mismo; un canto a la
amistad sin más pretensiones que compartir las pasiones que iluminaban sus
vidas: de nuevo y siempre el arte, pero también comer, beber, vivir y amar. La
memoria que todos ellos guardan de aquellas cenas es vibrante, emocionante,
sensible, sana e incluso cachonda, fueron buenos ratos que, sin duda, dejaron
muchos y buenos recuerdos. Pero Grup Dimecres no fue –no es– solamente el
buen sabor de boca que dejó una junta amigable, Grup Dimecres concentró entre sus
integrantes más asiduos a gran parte de las principales firmas del panorama
artístico balear, de aquella generación que abrió, entre los años sesenta y
setenta, la puerta del arte contemporáneo en Mallorca y que sentaron unos
precedentes que ayudaron a construir los engranajes de la creación plástica
posterior, completando, sobre todo fuera de la capital, aquellos foros de
debate e intercambio que se encargaron de dar resonancia al arte más moderno.
Una encomiable actitud difusora que se complementaba con las posiciones más
reivindicativas, más activistas, más beligerantes, que se estaban
desarrollando, a la vez, por otros grupos de artistas de generaciones algo
posteriores, aquellos creadores que pasaron a integrar lo que finalmente se ha
dado en llamar la Jove Plàstica a Mallorca[3]. Efectivamente, Miquel
Brunet, Longino, Rafael Amengual, Llorenç Ginard, Jorge Pombo, Mateu Forteza,
Jim Bird, Ellis Jacobson, Ritch Miller, Steve Afif, José María de Labra,
Mariano Villalta o Manolo Mompó, entre muchos otros, formaron parte de aquel
heterogéneo sustrato sobre el que arraigó el arte contemporáneo de nuestra
comunidad mientras que, el Grup Dimecres en concreto, consiguió
establecer nuevos lugares de relación para compartir y hablar sobre arte,
fomentando, a la vez, una incipiente actividad coleccionista –que siempre ha
ido en beneficio de la creación plástica– extendiéndola más allá de la ciudad
de Palma[4].
1. Un contexto histórico singular. Una época de
cambio y ruptura.
Resulta evidente que cualquier hecho que
haya sucedido en España entre los años 1975 y 1980, período en el que se
desarrollaron las reuniones del Grup Dimecres, se
encuentra imbricado en un contexto cronológico extraordinario: una situación de
fractura política y social, un punto de cambio con respecto a unas formas y a
unas maneras que, bajo el yugo de la Dictadura, habían dejado a España a la
cola de Europa, incluyendo, por supuesto, la cultura en general y las artes
plásticas en particular. Como siempre nuestras islas mantenían algunas
características diferenciadoras con respecto al resto del territorio nacional,
unas peculiaridades que son intrínsecas a nuestra propia geografía y a nuestra
singular e intransferible idiosincrasia. Unos años en los que, tras la poderosa
irrupción del turismo de masas a finales de los sesenta y la crisis económica
de 1973, se había conseguido consolidar el mencionado sector turístico como la
principal fuente de ingresos de las Islas Baleares, generando, fundamentalmente
en Mallorca, la aparición de una nueva burguesía, a menudo poco preocupada por
la cultura, pero que comenzaba a tener cierto poderío económico. Una buena
posición que les compelía a adquirir determinados bienes como expresión de su
recién adquirida riqueza, siendo el arte uno de los más obvios. A este
desarrollo del turismo como actividad principal y fuente de ingresos, a esta
nueva burguesía con nuevas necesidades y posibilidades, se le unía una
tradición de producción artística que solía colmar las expectativas de estos
compradores recientes, una pintura paisajista que frecuentaba, casi en
exclusiva, los temas locales y que se materializaba entre un realismo ramplón y
un post-impresionismo que, salvo honrosas excepciones, adolecía del concepto y
de la pericia técnica necesaria para resultar significativo.
Una pintura de acantilados, calas, mar y
olivos, que satisfacía plenamente los gustos de esa nueva burguesía recién
nacida, a la vez que también se encargaba de difundir la imagen de belleza
bucólica que gran parte de los turistas demandaban, una publicidad indirecta
que fijaba Mallorca como un destino apetecible y que ayudaba a llenar los
bolsillos de una clase acomodada que volvía a repercutir, parte de las
ganancias obtenidas, en ese mismo arte autocomplaciente, mientras que otra
parte de los mismos beneficios, la más cuantiosa, se empleaba en seguir
construyendo las infraestructuras que se consideraban necesarias para continuar
el engorde de las cajas registradoras del sector, unos excesos constructivos
que todavía hoy seguimos pagando y que, precisamente, hicieron desaparecer –o
transformar de manera irreparable– muchos de los motivos habituales de aquellos
cuadros que los adinerados empresarios acumulaban con más o menos estima. Un
ciclo completamente obtuso, cerrado y empobrecedor que apenas generó ningún
beneficio a nuestra cultura. Sin embargo los años setenta llegaron también con
nuevos ánimos, el espíritu de cambio arraiga en las mentalidades más dispuestas
y la intelectualidad balear, artistas plásticos incluidos, se convirtieron en
los más eficaces agentes para articular esa evolución. Unas generaciones que
reaccionaron en contra de los excesos del turismo de masas, así como en contra
de ese arte acomodado y académico que colapsaba los itinerarios institucionales
y cerraba la salida para una creación más contemporánea y libre.
Constituido en 1947 el Grupo de los Siete destaca como precoz antecedente de cierta voluntad asociativa entre
artistas, promovido por el norteamericano William E. Cook y con Luis Derqui,
Joan Fuster Valiente, Archie Gittes, Jaime Juan, Antoni Sabater, Pere Sureda y
Francisco Vizcaíno como integrantes, plantó cara a favor del mantenimiento de
la calidad estética de las propuestas artísticas, el grupo se disolvió en 1950
cuando Cook abandonó la isla. No fue hasta 1959, año de fundación del Grupo
Tago, cuando por fin comparece el primer precedente de
una intención de cambio real en los planteamientos formales del arte, un
colectivo que aglutinó entre sus filas a creadores de tendencias figurativas y
a algunos de los primeros exponentes de una incipiente abstracción como
pudieran ser Antonio de Vélez, Pere Quetglas Xam o Francisco Verd Fraver. Reunidos en el
Bar Moka, propiedad del mismo Fraver, se dieron
cita artistas de mayor o menor renombre como Francisco Carreño, Ferrero, Juan
Garcés, Juan Gibert, Teresa Heydel, Rafel Jaume, Caty Juan, Joan Palanqués,
Manuel Picó, Merche Sofía Pintó, dos participantes puntuales en las reuniones
del Grup Dimecres como Miquel Morell y Rivera
Bagur, los mencionados Antonio de Vélez, Xam y Fraver, así como la presencia más
esporádica de Miquel Brunet y Pau Fornés. En línea con las tendencias
colectivas que se comenzaban a dar en el resto del territorio nacional[5],
el Grupo Tago nació, según señala Rafel Jaume:
Por que bien lo necesita el arte de nuestras islas. Pintores, escultores
y demás lo condimentan a su antojo, olvidando las nuevas normas, los
movimientos nuevos que barren Europa de antigualla. El Grupo TAGO aspira a
orear el arte del archipiélago. Sólo con haber conseguido esto su misión
quedará cumplida. La tarea que nos hemos impuesto obliga a predicar con el
ejemplo. Así suelen hacerlo los apóstoles de lo que sea. Inquietud, ganas de
renovación, búsqueda de formas originales, vocación decidida no creo que falten
a ninguno de los que integran nuestro Grupo[6].
Aunque la repercusión del Grupo Tago, incluso en nuestra propia comunidad, fue muy limitada[7]
y apenas comparable a la trascendencia de aquellos otros colectivos que
realizaban sus actividades de forma coetánea, como pudieron ser El Paso o el Grup Parpalló, sí que cabe destacar
su voluntad de cambio en un contexto, el balear, y en una época, la dictadura
franquista, donde hacer arte abstracto, o con tendencia hacia cierta
abstracción, era algo más que adoptar una estética, en realidad suponía tomar
una postura, una actitud de pensamiento, en unos tiempos difíciles donde se
corría el riesgo de ser censurado o reprobado por este motivo.
Las actividades de Tago se diluyeron sobre 1963, aunque un año antes, en 1962, había aparecido
en escena un nuevo colectivo que respondía al nombre de Es deu des Teix. Al igual que pasó en la vecina isla de Ibiza con el nacimiento del Grupo
Ibiza 59[8], fueron artistas extranjeros venidos en busca de las virtudes de
nuestro archipiélago, los que dieron el empujón definitivo a las formas y a las
maneras de la abstracción en nuestra comunidad. Este grupo de Es deu des
Teix[9] tuvo su origen en la colonia de artistas, mayoritariamente foráneos,
que se habían instalado, allá por los años sesenta, en el idílico marco de la
Serra de Tramontana mallorquina, concretamente entre tres poblaciones unidas
por Es Teix, una montaña de la que, evidentemente, toma su nombre el mencionado
grupo. Sóller, Valldemossa y Deià eran los lugares que concentraban la
residencia de sus integrantes, una zona donde ya vivían intelectuales de tanto
renombre como el propio Robert Graves y que se demostraba propicia para la
creación. Los artistas que componían el mencionado grupo hacían girar su obra
alrededor de un expresionismo abstracto que se movía entre lo matérico, lo
gestual y la interacción de los campos de color, un paso al frente que sirvió
para difundir en la isla ciertas formas y conceptos plenamente asumidos en
otros países y que se manejaban con cierta solvencia entre algunos de los artistas
de la vanguardia española. Es deu des Teix lo
componían los norteamericanos Elsa Collie, Richard Kozlow, Theodore Kliros,
Georges Sheridan, William Waldren, Thea Winger y Norman Yanikun, el inglés
Martin Bradley, el australiano Frank Hodgkinson y el español Francisco Barceló;
aunque en 1963, Bradley, Collie y Kozlow, se fueron de la isla, siendo
sustituidos por el francés Michel Albert, el italiano Eugenio Molinaro y el
norteamericano John Ulbricht, un artista que también llegó a asistir
esporádicamente a alguna reunión de los miércoles.
Sin embargo, el colectivo que anticipó de
manera más certera varias de las características que luego desarrollaría el Grup
Dimecres fue el llamado Grup Drac. Fundado en Manacor a finales de 1965 aglutinaba a un variado conjunto
de artistas entre los que se encontraban dos de los integrantes fundamentales
de las posteriores citas de los miércoles: Miquel Brunet y Llorenç Ginard,
además de Biel Barceló, Martí Binimelis, Riera Ferrari y el arquitecto Klaus
Volkers. Un colectivo que contaba con un espacio de exposiciones propio,
radicado en el mismo Manacor, que recibía el nombre de Sala Drac[10],
un lugar donde llegó a presentar su obra, en 1966, otro de los participantes de
las reuniones de los miércoles: Ellis Jacobson. La evidente sintonía geográfica
y la forma de organizar aquellas convocatorias, muchas de ellas alrededor de
una mesa y acompañadas de comida y vino, constituyeron estas citas, sin duda,
como una de las simientes del posterior desarrollo del Grup Dimecres.
Otro colectivo de relativa y puntual
importancia en el panorama balear fue el que respondía al nombre de Bes: en enero de 1970 se presentó en El Rincón del Artista de Palma[11],
un local que hacía las veces de bar y de galería de arte, una exposición de este
grupo de creadores que, como muy bien comenta Jean Schalekamp en el texto de
introducción del pequeño catálogo editado con motivo de la citada muestra, era
un conjunto de amigos sin ninguna homogeneidad pictórica, sin unas bases
teóricas comunes, si no, simplemente, un colectivo de artistas con unos
intereses afines[12]. Los
componentes de Bes fueron Àngel Sanmartin, Luigi
Baldacci, Bartomeu Cabot, Gallardo, Miquel Àngel Femeninas, Muriel Schalekamp,
Páez Cervi, Ramon Canet, Vicenç Torres y un asistente ocasional a las reuniones
de los miércoles como Damià Jaume. Un colectivo que mantenía una decidida
voluntad de defensa y práctica del nuevo arte y de cuyos integrantes salieron
un buen número de los creadores que pasaron a conformar la importante y
decisiva Jove Plàstica a Mallorca.
Efectivamente, La Jove o Nova Plàstica a Mallorca fue el flujo de
un extraordinario conjunto de artistas, de intelectuales con inquietudes muy
poliédricas que, moviéndose bajo la dura epidermis de lo establecido, de la
tradición más limitadora y empobrecedora, lograron romperla y salir al
exterior. Una eclosión que marcó, sin ningún género de duda, un importante
punto de inflexión para la creación artística balear. Desde la Mostra d’Art
Pobre de 1971[13],
pasando por las sucesivas Ensenya I (1973)[14]
y Ensenya II (1976)[15],
el colectivo Criada 74 (1974-1977)[16],
el Taller Llunàtic[17], así como las míticas publicaciones Neon de Suro (1975-1982)[18],
Blanc d’Ou (1977-1978)[19]
y El Correu de Son Coc (1978-1992)[20],
se fue conformando la sólida estructura sobre la que cimentó, libre de muchas
ataduras y de bastantes prejuicios, la plástica contemporánea de nuestra
comunidad. Un colectivo de artistas que compartió, en no pocas ocasiones,
propuestas, espacios y camaradería con algunos de los componentes del Grup
Dimecres[21].
2. Los orígenes del grupo. Un peculiar y
extraordinario conjunto de artistas, amantes del arte e intelectuales.
Otra de las dificultades con la que tropieza la
presente investigación es la ausencia casi absoluta de testimonios escritos con
los que documentar las reuniones del Grup Dimecres; la bibliografía brilla por su
ausencia y, al margen de una breve mención no excesivamente completa en la obra
de Gaspar Sabater[22]
y determinados comentarios en las publicaciones que recogen la biografía
artística de alguno de los participantes[23],
pocas referencias más podemos encontrar. Sí hallamos, por el contrario, varias
reseñas de prensa que nos aportan información sobre algunas de las reuniones o
actividades del Grup Dimecres –casi siempre a modo de noticia periodística–,
unos pocos dípticos editados con motivo de las contadas exposiciones del grupo
y algunos reportajes fotográficos entre los que destacan los realizados por
Joan Ramon Bonet, Gaspar Fuster Veny y Juan Waelder, que, en parte, ilustran la
presente publicación. Es por ello que para la elaboración de esta descripción
del Grup Dimecres hemos tenido que recurrir, fundamentalmente, a los
testimonios orales de todos los participantes que han tenido la voluntad y la
paciencia de colaborar con nosotros.
Precisamente de esas fuentes orales extraemos el
origen de consenso para las reuniones del grupo, una versión extendida y común
entre la mayoría de los participantes que nos remite a una comida en el Club de
Tenis Manacor en un día cualquiera de 1975, los comensales eran los artistas
Juli Ramis, Carmen Ramírez de Lucas y Miquel Brunet, el escritor y dramaturgo
Sebastià Rubí y el empresario manacorense Bartolomé Riera Bassa, parece que a
esta comida le precedió una, en el mismo lugar, en la que el mencionado Riera
Bassa había invitado a Rubí y al pintor Coll Bardolet. Según comentan Rafael
Amengual y Llorenç Ginard se hablaba de que el motivo de aquellos primeros
encuentros era la voluntad que tenían algunos de ellos de promover la creación de
una buena colección de arte contemporáneo en Manacor que pudiera acabar
nutriendo un selecto museo que radicaría, concretamente, en Porto Cristo, un
proyecto que nunca se llegó a concretar. A estas comidas, desde sus siguientes
convocatorias, se unieron los propios Amengual y Ginard, así como otros
contertulios de presencia más esporádica como Robert Llimós, que, por aquellas
fechas, todavía estaba culminando su mural para la Torre Cega, el palacio
propiedad de la familia March en Cala Rajada (Capdepera)[24].
Cuando estas reuniones fueron cobrando entidad, los participantes decidieron
establecerlas de manera fija, de forma constante, cada noche de todos los
miércoles del año. Así fue como nació el Grup Dimecres.
Otro hecho posterior es el que puede justificar la
incorporación de la “legión extranjera” –como algunos llamaban al grupo formado
por Jim Bird, Ellis Jacobson y Ritch Miller– a aquellas primeras reuniones.
Señala el artista Steve Afif que el mencionado trío, buenos amigos desde hacía
cierto tiempo, decidieron ir a comer un día al Club de Tenis Manacor; en una
mesa contigua del mismo restaurante se encontraba un grupo de gente de la
comarca de Levante entre la que Afif recuerda que Jacobson le mencionó a
Bartolomé Riera Bassa. El propio Ellis Jacobson, especialmente dotado para la
caricatura y acompañado de aquellos dos excepcionales dibujantes que eran Bird
y Miller, comenzaron a retratar a los comensales vecinos, éstos, intrigados, se
acercaron a los artistas para ver el resultado y decidieron pagar la comida a
cambio de los dibujos. En esa época ya se celebraban aquellos miércoles
espléndidos y los retratados convinieron invitar al singular trío de artistas a
esas peculiares reuniones donde se comía, se bebía, se hablaba y se dibujaba.
La incorporación de Bird, Jacobson y Miller a estas cenas fue, gracias a su
incuestionable calidad como artistas y a su extraordinario sentido del humor,
accesibilidad y predisposición, trascendental para la posterior evolución del Grup
Dimecres, aportando a estas tertulias el conocimiento que tenían sobre otras
realidades, sobre otros países y sobre otras culturas.
3. Comer, beber, vivir, amar.
A ese núcleo inicial de participantes se les
fueron uniendo otros artistas, algunos de forma puntual, otros de manera más
constante, Afif, Alexandro, Agustín Ballester, Castaldo, Will Faber, Fernández
Molina, Mateu Forteza, Francès Camps, Aurora Gassó, Guerrero Medina, Guinovart,
Damià Jaume, Guillem Jaume, Jerónimo, Labra, Longino, López Soldado, Mahdavi, Manotes,
Mercant, Mestre Oliver, Mompó, Paluzzi, Pombo, August
Puig, Sarasate, Sempere, Domingo Vega, Amelia Viejo, Mariano Villalta, Zúñiga,
así hasta llegar a más de cincuenta creadores plásticos, unos artistas que
acudían en compañía de intelectuales como Alexandre Ballester, Guillem
Frontera, Damià Huguet, Rafel Jaume, Josep Melià, Planas i Sanmartí, Guillem
Puerto, Damià Ramis Caubet, Cesáreo Rodríguez Aguilera, Sebastià Rubí, o Miquel
Servera, y junto a coleccionistas y empresarios como Josep Castor, Sebastià
Gelabert, Jaume Lliteras, Nicolàs Nicolau, Gaspar Oliver, el propio Bartolomé
Riera Bassa, Jerónima Sastre o Josep Truyols, una extraordinaria lista de
nombres que expresa, mejor que cualquier otro argumento, el verdadero valor que
tuvieron estas reuniones. Comer, beber, vivir, amar y, sobre todo, el afecto
por el arte como aglutinante y como razón de ser.
3.1. Manacor y Can Nofre. La comarca de Llevant.
Las reuniones se fueron sucediendo, primero y casi
exclusivamente en Manacor, en su Club de Tenis, luego en Can Nofre en la
barriada de Fartàritx y esporádicamente en el Bar Póquer de la calle Ebro.
Manacor siempre fue el lugar que aglutinó la mayoría de los encuentros sin que
eso fuera óbice para otras incursiones del grupo por el resto de la isla: Can
Quirante en Sant Jordi, Cal Dimoni en Algaida, algunos de los restaurantes de
Génova, el Bar Casa Miss de Sa Pobla, Ses Cases Velles de s’Era de Pula[25],
Can Faro de Artà, Porto Cristo o Cala Bona. Normalmente se citaban en bares o
restaurantes, en otras ocasiones acudían a la casa de alguno de los asistentes
a las reuniones como la de Ellis Jacobson en la Bonanova, la de Miquel Servera
en Son Servera, la del ceramista Antoni Riera en Establiments[26]
o la finca Son Comte de Manacor propiedad de Riera Bassa. Los participantes
venían de diferentes puntos de la isla y se encontraban con regularidad cada
miércoles por la noche, no había muchas llamadas, todos sabían desde la semana
anterior donde debían ir. Los que tenían coche pasaban a buscar a los que no
disponían de él, Amengual recogía en Palma a Longino, que no tenía carnet, y
juntos iban al Coll den Rabassa a por la coleccionista Jerónima Sastre, los
tres en un seiscientos dotado de mantas para combatir el frío del invierno y
ventanillas abiertas para mitigar los rigores del verano. Eran viajes
entrañables que servían de animado prólogo y simpático epílogo para cada una de
las cenas del grupo.
La llegada se hacía de forma escalonada,
normalmente al bar Can Nofre regentado por Onofre Riera y su familia, la espera
no era larga, tomaban alguna cerveza y todos a la mesa. El número de asistentes
semanales era irregular aunque el núcleo más constante de participantes era
casi siempre el mismo: Amengual, Bird, Brunet, Forteza, Ginard, Jacobson,
Labra, Longino, Miller, Pombo o Villalta, acompañados de los coleccionistas
Riera Bassa, Gaspar Oliver y Pep Truyols, que casi nunca fallaban. A pesar de
las irónicas quejas sobre la cocina mallorquina de Ellis Jacobson –acostumbrado
a un tipo de comida de carácter más anglosajón– las cenas siempre giraban
alrededor de platos tradicionales de la isla: bullit d’ossos, colomins amb col, torrades de carn, sobrassada, botifarrons, faraones, caminantes, pa amb oli, flam amb ensaimada i greixonera dolça, que eran
primorosamente realizados, en la mayoría de ocasiones, por la mano maestra de
Francisca Febrer, señora de Onofre Riera y cocinera de Can Nofre. El ambiente
era distendido, casi festivo, y los participantes comían, bebían, charlaban y
reían. Invitados como Josep Melià –por aquellos entonces realizando tareas
políticas en Madrid– disfrutaban de la libertad de la que adolecían en otros
foros, en otros compromisos, y lo dejaban patente en sus comentarios, en el
placer que sentían de comer aquellos platos –hechos como en casa– de manera
informal, incluso con las manos, entre amigos, sin remilgos ni corsés. Tras la
cena seguían con el vino y los cigarros puros, alguna copa de herbes, los cuadernos de
dibujo, los lápices y el arte.
3.2. Un par de incursiones en Palma y alguna curiosa expedición más.
Como
hemos comentado las convocatorias del Grup Dimecres no sólo se desarrollaron en la comarca de Llevant de
Mallorca sino que también se realizaron algunas incursiones en otros puntos de
la isla. Por su especial relevancia han quedado perfectamente testimoniadas dos
de las que se produjeron en Palma, concretamente en el conocido Restaurante Can
Pedro de la zona de Génova: una primera de carácter multitudinario –se habla de
más de cien personas– se celebró con fecha de 7 de
diciembre de 1977 y sobre la que los recortes de prensa aseguran la presencia
de Brunet, Labra, Jacobson, Ginard, Guillem Jaume, Mestre Oliver, Amengual, Jim
Bird, Zúñiga, Longino, Fernando Esteva Manotes o Soberats[27]; y otra segunda, mucho menos concurrida, en el mismo
restaurante y con fecha de 4 de enero de 1977[28]. En aquellos momentos el Grup estaba intentando consolidar que el primer miércoles
de cada mes la reunión se realizase en Palma, en deferencia a aquellos
participantes que, prácticamente todos los miércoles del año, se trasladaban
desde Ciutat hasta Manacor para asistir a las cenas. De la organización de
estas citas palmesanas se encargó personalmente Ellis Jacobson, por cierto, con
una suerte bastante desigual: la primera de estas convocatorias, prevista para
unas veinte personas, terminó superando la centena, la segunda, concertada para
aproximadamente los cien comensales del miércoles anterior, terminó congregando
a los veinte iniciales. Célebre es la frase del dueño del restaurante que
espetó a Jacobson: “como artista será usted muy bueno, pero organizando cenas
es un verdadero desastre”. Definitivamente las reuniones terminaron
concentrándose en la zona de Manacor. Hay sin embargo otro intento de reunirse,
en esta ocasión a medio camino entre Manacor y Palma –los dos núcleos
fundamentales de aportación de artistas al Grup Dimecres– el lugar elegido fue Cal Dimoni de Algaida por
invitación del coleccionista Gaspar Oliver, siendo una de las convocatorias más
multitudinarias que se recuerda con la presencia de gran número de artistas,
algunos de ellos acompañados por sus respectivas parejas, circunstancia poco
habitual en estas citas de los miércoles.
4. Los dibujos, trueque y simbiosis. Artistas y mecenas.
Cuando llegaba
el postre casi todos los comensales ya se habían puesto a dibujar, cada uno en
su estilo, retratando a quién tenían delante o pintando lo que les apetecía,
una interesante colección de bocetos que iban dejando constancia de una de las
cualidades más remarcables de este grupo: esa maravillosa heterogeneidad que,
desde el respeto y la admiración mutuas, aglutinaba personalidades, caracteres
y sensibilidades artísticas tan dispares como las de Labra, Pombo, Bird o
Brunet, y que permitía, arrancando una carcajada sana, que el talento
espontáneo e intuitivo de Longino pudiera preguntar, en alta voz, cómo se hacía
eso de “sacarle el parecido” al modelo que tenía enfrente. Estos dibujos
servían de diversión, sin duda, pero también se convertían en una forma de
intercambiar técnicas y conocimientos, así como en una peculiar moneda de pago
para muchas de las cenas, y es que no resultaba nada extraño que alguno de los
asistentes decidiera invitar a varios de los artistas a cambio de sus dibujos.
Pero los trueques no se quedaban ahí, la presencia de empresarios y profesionales
del sector de la madera, de la electricidad o de la construcción, fomentaba que
los creadores terminaran intercambiando algunas de sus obras más elaboradas, de
sus piezas de estudio, por algún bien o por alguno de los servicios que iban
necesitando en el transcurrir de sus vidas y que aquellos incipientes
coleccionistas como Tolo Riera Bassa, Gaspar Oliver, Pep Castor, Pep Truyols,
Jaume Lliteras o Sebastià Gelabert, les podían proporcionar: electrodomésticos
por pinturas, muebles como contrapartida a alguna escultura o toda la
instalación eléctrica del taller a cambio de una serie de dibujos; en este
sentido, muy recordada es la anécdota protagonizada por Ellis Jacobson que,
tras cambiar una nevera por un cuadro con el empresario Pep Truyols, le pidió,
con ironía, que le devolviera el cambio. Todo ello consolidaba una interesante
y enriquecedora simbiosis que hizo que estos aficionados fueran aumentando su
colección y su pasión por el arte, mientras iban manifestando una
predisposición y una sensibilidad muy peculiar hacia la plástica contemporánea,
ya que, por aquellos entonces, la gran mayoría de los creadores que se daban
cita en estas reuniones no eran tan conocidos ni tan cotizados como lo son
ahora. Unos artistas que, a cambio, conseguían cubrir algunas de sus
necesidades más básicas en unos tiempos donde realizar ventas no era,
precisamente, una tarea fácil.
5. El arte y los artistas. Influencias y
crecimientos.
En aquellos años de transición, en esa España de
mediados de los setenta que se encontraba inmersa en una compleja situación
política y social, en la que la libertad personal todavía comparecía
fuertemente limitada, donde algunos individuos seguían viendo las reuniones de
intelectuales como algo peligroso, cuando menos sospechoso, y donde los medios
de comunicación no gozaban de la pluralidad ni de la interactividad que ahora
mismo frecuentan y que nos permite compartir opiniones y conocimientos de una
forma más accesible, más directa y más cómoda, aunque, sin duda, no exenta de alguna
deficiencia no menos grave; las reuniones del Grup Dimecres se fueron desarrollando
como un acontecimiento singular dentro de los engranajes de la plástica balear,
unas cenas de artistas y de amantes del arte que, en el marco de ese ambiente
distendido, dieron forma a un grupo cohesionado de personas que se
relacionaban, que compartían conocimientos e información, que se ponían al día
y que intercambiaban experiencias, en una época donde la potencia de los medios
todavía no habilitaba esa solitaria comunicación a distancia que ahora, en
mayor o menor medida, todos sufrimos tanto como la disfrutamos. Un lugar para
el intercambio de conocimientos y de ideas –absolutamente real y nada virtual–
cuyos miembros, a pesar de no mantener unos nexos estilísticos evidentes, sí
que generaron entre ellos ciertas corrientes de influencia y algunos
crecimientos comunes bastante interesantes.
Era una época difícil. Llorenç Ginard cuenta –con
el sentido del humor que da la perspectiva histórica– como en una de las cenas
celebradas en Sa Pobla, en Casa Miss, compareció la Guardia Civil para
informarse sobre cuál era el objeto de aquella reunión, cuando se les dijo que
eran un grupo de artistas que, simplemente, charlaban y dibujaban, el sargento
de la Benemérita pidió al propio Ginard que le hiciera un retrato, el artista,
contestando un “tindrem pau”, decidió acceder a la voluntad expresada por el
militar. Pero en las reuniones del Grup Dimecres, en realidad, había poco
espacio para la política y mucho para la plástica. Todos los asistentes
esperaban con ganas la llegada de la cita para poder obtener unas informaciones
sobre arte que, por aquellos entonces, no tenían la misma difusión y alcance
que tienen ahora: las exposiciones que unos u otros habían visitado, las críticas
que las mismas habían suscitado, sus viajes, alguna lectura recomendable, algún
artista descubierto, alguna técnica novedosa, cierta línea de investigación,
cotilleos recientes –cómo no– proyectos, propuestas, temas serios, algunos no
tanto, risas y vida.
Pasados los años resulta muy interesante
poder constatar como aquellas personalidades y sensibilidades tan variadas
fueron dejando, los unos en los otros, un poso que en algunos casos concretos
incluso se manifestó en su propia creación. En este sentido es común para
muchos de los participantes en las reuniones de los miércoles señalar el
magisterio que, desde su tremenda accesibilidad y bonhomía, ejerció sobre ellos
Manolo Mompó, abriéndoles no sólo sus sentimientos sino también aquella alacena
donde los artistas guardan algunos de sus secretos de creación más preciados;
la honda impresión que desde la humildad y el sosiego les generó la visita de
Eusebio Sempere, invitado a las cenas de los miércoles por José María de Labra,
con el que había coincidido en el Grup Parpalló; la
pedagogía conceptual y la cultura profundamente trabajada del propio Labra; la
fuerza creativa de Guinovart; el irónico sentido del humor y la perspectiva
crítica, sólidamente traspasadas a sus respectivas obras, de Ritch Miller y Ellis
Jacobson; la extenuante investigación de Jim Bird; la introspección artística y
la empatía personal de Rafael Amengual; el vitalismo de Villalta; o la visión
intuitivamente rupturista de trabajos tan particulares e interesantes como los
de Brunet y Longino. Un hervidero de ideas donde se coció un interesante caldo
que, en cierto modo, todavía nos alimenta.
Esa peculiar heterogeneidad en los caracteres, así
como en las maneras de manifestarse mediante su obra, fueron constituyendo un
singular foro que dio cabida a gran parte de las diferentes corrientes
plásticas que entonces completaban el escenario del arte contemporáneo balear y
que, en general, también comparecían en todo el ámbito occidental. A mediados
de los 70 los postulados de la abstracción geométrica, del constructivismo, del
informalismo o del expresionismo abstracto, habían sido completamente
difundidos y asumidos por una gran mayoría de artistas, y frecuentados e
investigados por un generoso número de ellos, en ocasiones, obteniendo unos interesantes
resultados. Buena prueba de ello son las búsquedas constructivas, neoplásticas
y futuristas que, en aquella época, desarrollaban creadores asistentes a las
citas de los miércoles como Ahmed Nawar, Miquel Massip, Rinaldo Paluzzi o López
Soldado, la profunda, milimétrica y geométrica obra que producían Jim Bird,
José María de Labra o Sempere, importantes exponentes del arte geométrico,
aunque con posterioridad, Bird, decidiera profundizar su investigación por las
vías del expresionismo más gestual e, incluso, por las del informalismo
matérico de corte intrínsecamente Europeo. Un informalismo reflexivo y meditado
que trazó gran parte del discurso de artistas como Amengual, Agustín Ballester,
Will Faber o el propio Guinovart, a pesar de que éste último introdujo en sus
obras elementos correspondientes a un expresionismo más libre, lírico y poético
que también caracterizó la producción de Ellis Jacobson, Afif, Mompó, Manotes, Mariano Villalta o
August Puig, considerado uno de los pioneros de la abstracción en España[29].
Esta sensibilidad de fuerte contenido expresivo
alcanzó también la producción de los artistas que desarrollaban su obra sin
abandonar el referente objetivo, sin perder de vista ciertos vínculos con la
realidad, unos parámetros que fortalecieron la creación figurativa del propio
Ellis Jacobson, así como la de Robert Llimós, Ritch Miller, Guerrero Medina o
Llorenç Ginard. Además, otra de las curiosas singularidades que se dio en
Mallorca durante aquellos años, fue la confluencia de artistas que practicaban
una pintura de corte ingenuista, naïf, como lo eran Carmen Ramírez de Lucas,
Rivera Bagur, Angela von Neumann, Zúñiga o Gustavo[30];
mientras que otros creadores con alguna afinidad con los anteriores se
decantaron por una técnica de expresión formalmente limítrofe con esa sencillez
en la plasmación de la realidad, pero que conectaba de manera evidente con
ciertos postulados del surrealismo, unas premisas que caracterizaron las piezas
de Fernández Molina o Domingo Vega. Pero si algo puede llamarnos la atención de
los integrantes de las reuniones de los miércoles es la afortunada concurrencia
de un buen número de artistas que llevaron su actitud independiente, liberada y
tangencial a estas citas: una voluntad que ha consiguió definir la singularidad
más auténtica de una parte del arte realizado en las Baleares en aquel final de
siglo, un grupo fuera de toda norma, donde concurrieron los Brunet, Longino,
Mercant, Miquel Morell o Juli Ramis[31].
6. Exposiciones individuales, colectivas y una singular
edición.
Al margen de la extraordinaria amistad y del
desinteresado intercambio de ideas que existió entre todos los componentes de
las reuniones de los miércoles, también se establecieron en su seno una serie
de relaciones personales que llegaron
a traspasar el terreno de los afectos para alcanzar el campo de lo profesional.
En este ámbito nos referimos a las exposiciones concretas que se celebraron
bajo el nombre de Grup Dimecres, también a las muestras colectivas que, sin emplear dicha denominación
como aglutinante, concentraron a muchos de los integrantes de estas cenas, o a
las evidentes conexiones que se produjeron a nivel individual entre una
significativa representación de los participantes del Grup y determinados espacios y galerías de arte
de la isla. Efectivamente, la presencia en algunas de estas reuniones de Miquel
Servera, fundador de Sa Pleta Freda de Son Servera, de Miquel Cerdà, dueño de
la Galeria Norai de Pollença, de Rafel Jaume, propietario de la Llibreria
Cavall Verd de Palma o, muy puntualmente, de Manolo Coronado, vinculado a la
también palmesana Galería Latina, provocó que un número considerable de los
artistas integrantes de estas cenas expusieran su obra en las citadas salas.
Así, en Sa Pleta Freda, realizaron muestras individuales de su trabajo
creadores como Robert Llimós y Guinovart en 1976, y Steve Afif y Ellis Jacobson
en 1979; la Galeria Norai contó con Ahmed Nawar en 1975 y en 1979[32],
con Guinovart en 1977, y con Alexandro[33],
Amengual[34], Castaldo,
Cerdà[35]
y Villalta[36] en 1980; la
Llibreria Cavall Verd albergó las propuestas de Brunet en 1976 y las de Domingo
Vega y Baldovino en 1977; mientras que la Galería Latina mostró las piezas de
Ahmed Nawar en 1975, del mismo Nawar[37],
Mariano Villalta[38] y Massip en
1978, y de Longino en 1979[39].
También cabe destacar la actividad de Es Cau, inaugurada en 1975 y dirigida por
el periodista e historiador Rafel Ferrer Massanet, fue la primera galería
privada con la que contó Manacor; su coincidencia cronológica y de ubicación
hizo que varios de los asistentes a las reuniones del Grup realizaran algunas exposiciones en el citado
espacio, entre ellas cabe destacar las de Guillem Jaume, Amelia Viejo (1973)[40],
Juan Zúñiga (1977)[41]
o Sarasate (1978)[42];
una galería que, tras una intensa y esmerada programación expositiva, cerró
definitivamente sus puertas en 1983.
Pero los espacios
que se llevaron la palma en cuanto a presencia de artistas vinculados al Grup
Dimecres fueron, sin ningún
género de duda, las dos galerías que han marcado el patrón de la línea
expositiva desarrollada en Mallorca durante este final de siglo XX: la Sala
Pelaires y la Galeria 4 Gats. La Sala Pelaires, inaugurada en 1969 con una
sonada colectiva[43] –en la que se presentó obra de algunos
creadores como Amengual, Gustavo o Jacobson[44]
que, años más tarde, formarían parte del Grup Dimecres– se constituyó como un
espacio de referencia internacional que ayudaba de manera significativa a
promocionar la obra de muchos de los artistas que pasaban por sus salas; de los
que participaron en las citas de los miércoles, por limitarnos a las personas y
a las fechas en las que se desarrollaron las reuniones del grupo y a los años
inmediatamente precedentes, se puede mencionar la presencia de John Ullbritch
(1969, 1971, 1973[45],
1976, 1978[46], 1979[47],
1980), Angela von Neumann (1969[48],
1970, 1971, 1974[49]), Guinovart
(1970, 1972, 1973, 1974, 1975, 1977, 1978, 1979, 1980[50]),
Ritch Miller (1970, 1974, 1976[51]),
Will Faber (1970, 1975[52]),
Amengual (1971)[53], Juli Ramis
(1971, 1974, 1976[54],
1980[55]),
Pavia (1971, 1976[56]),
Jacobson (1971[57], 1979[58]),
Mercant (1972), Mompó (1974), Sempere (1974, 1975), Jim Bird (1975[59],
1978[60]),
Damià Jaume (1975[61],
1978), Brunet (1976)[62]
o Castaldo (1976)[63].
Mientras que la Galeria 4 Gats, que abogaba por un perfil de propuesta algo más
heterogéneo y rupturista, contó con las piezas de artistas como Damià Jaume
(1972), Brunet (1973)[64],
Miquel Morell (1973), Ramírez de Lucas (1973)[65],
Fernández Molina (1974)[66],
Manotes (1975), Rafael
Amengual (1976)[67], Amelia
Viejo (1976)[68], Guinovart (1977), Jerónimo (1977)[69],
Robert Llimós (1977), o el propio Will Faber (1979).
Fue 1978 el año que se convirtió en un
período de especial actividad para muchos de los participantes en las citas de
los miércoles, unos meses en los que se sucedieron una serie de muestras colectivas
–de más o menos importancia– que fueron reuniendo a un número generoso y
variable de integrantes del Grup Dimecres junto a
otros artistas que, en principio, no tenían ninguna relación conocida con él.
La primera de estas propuestas fue la Exposición
homenaje al pintor Andrés Ángel Minocci Herrera por el X aniversario de su
muerte, organizada por los críticos de arte Gaspar
Sabater, José María Forteza, Rafael Perelló Paradelo, José Bauzá y Pizá, Damián
Ramis Caubet y Bartolomé Pujol, director de la Galería Universo, donde, durante
el mes de mayo, tuvo lugar la citada colectiva en la que participaron unos
noventa artistas, entre ellos: Steve Afif, Amengual, Brunet, Coll Bardolet,
Jacobson, Gustavo, Xavier García, Damià Jaume, Mompó, Morell, Navarro Ramón,
Rivera Bagur, Roca Fuster y Amelia Viejo[70],
una muestra de escasa relevancia que nos sirve para dejar patente el activismo
y la cohesión de algunos de los integrantes del grupo. De mayor calado
artístico fue la propuesta que bajo el evidente título de Homenatge a Joan
Miró se desarrolló en Sa Pleta Freda de Son Servera
durante el agosto de 1978, una colectiva que contó con la contribución de Steve
Afif, Amengual, Bird, Brunet, Castaldo, Jacobson, Damià Jaume, Longino, Ritch
Miller, Mompó, Angela von Neumann, Juli Ramis y Ulbritch, entre otros[71].
Por último, también es digna de mención, la exposición que la Galería de Arte
Marieta Gual de Cala d’Or organizó en septiembre de 1978, una colectiva en la
que tomaron parte algunos de los integrantes de las reuniones de los miércoles
como Afif, Amengual, Guinovart, Jacobson, Labra, Longino o Ahmed Nawar[72].
En el ámbito de las ediciones impresas cabe destacar la curiosa experiencia
que, en diciembre del mismo año, supuso la producción de una colección de
tarjetas a beneficio de ASPACE (Asociación de la parálisis cerebral en
Baleares) una serie de postales que gozó de un gran éxito comercial gracias a
la acertada selección de los artistas participantes, estos eran: Angela von
Neumann, Miquel Brunet, Gerard Matas, Zúñiga, Ulbritch, Afif, Amengual, Pavia,
Ritch Miller, Mompó, Bird, Miró, Roca Fuster, Guillem Jaume, Rivera Bagur,
Ellis Jacobson y Juli Ramis, todos ellos, a excepción de Matas y Miró,
asistentes a las convocatorias del Grup Dimecres.
6.1. Exposición del Grup Dimecres en el Club de Tenis de Manacor.
Del 22 al 30 de mayo de
1976.
La primera
colectiva que bajo la denominación de Grup Dimecres realizaron sus integrantes más habituales,
sucedió, como no podía ser de otra manera, en Manacor, principal localización
geográfica de las cenas del grupo, concretamente en su Club de Tenis, un lugar
de reunión social muy concurrido que también había albergado aquellos primeros
encuentros que dieron inicio a esta convocatoria periódica de los miércoles.
Coincidiendo con las fiestas de la mencionada ciudad, el citado Club de Tenis
organizó esta primera exposición en la que participaron, aportando tres piezas
cada uno, Rafael Amengual, Jim Bird, Miquel Brunet, Llorenç Ginard, Ellis
Jacobson, Guillem Jaume, Mestre Oliver y Ritch Miller, el núcleo duro por aquellos entonces del Grup Dimecres. El Diario de Mallorca, en su edición de 23
de mayo de 1976, se hace eco de esta muestra:
Todos los miércoles del año, un grupo de pintores
se reúne. Su cuartel general radica en Can Nofre (Manacor) pero no por ello
eluden esporádicas peregrinaciones a otros centros culinarios de Mallorca. Artà
y Sa Pobla, por ejemplo, conocen de sus idas y venidas, bloc en mano. Son ocho
–unas veces más y otras menos– pero ocho fijos de plantilla. A las nueve se les
sirve una cena (el último menú fue “bollit” y vino franja roja de Binissalem).
Después dibujan. Un aquelarre artístico envuelve, invisible, el ambiente. Los
trazos se apresuran. Unas veces ejercen de artistas y otros –o los mismos simultáneamente–
pasan por modelos en una total simbiosis inspiradora. (…) Cada miércoles
–Grup Dimecres– se encuentran. Esto ya no es noticia. Pero esta vez, la última
vez, decidieron exponer conjuntamente, aprovechando las fiestas de Manacor.
Así, ayer –sábado de ferias– colgaron sus cuadros en el Club de Tenis. Tres
obras cada uno. Será un éxito[73].
6.2. Exposición del Grup Dimecres en la Sala de Exposiciones de
la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de las Baleares en Felanitx.
Del 21 al 30 de agosto de 1976.
Con la participación de Rafael Amengual,
Miquel Brunet, Jim Bird, Llorenç Ginard, Ellis Jacobson, Guillem Jaume,
Longino, Mestre Oliver y Ritch Miller. Cuarenta y un lienzos y un bajorrelieve
de Longino[74],
acompañados por la edición de un díptico con un curioso texto de presentación
de Damià Huguet[75], así como
por una directa declaración de hechos y principios firmada por el propio
Brunet:
Cada dia és
festa, cada dia és diumenge, cada dia és dimecres, alegre dimecres de color,
dimecres etern.
Dic etern, perquè
passarà a s’història de s’art.
Ja fà sa friolera de 18 mesos que
mos reunim cada dimecres. Anam tirant envant un grup d’es més bon solam
mallorquí que aconseguim inflar-nos fins que rebentam i surt sa mica de saba
que duim dedins. És un poc fantasiós així com sa meva pintura, és com si fos un
camp de tarongers florits amb una flaire tan deliciosa que recordàs un altre
món. I es mons de tots es grisos i es malves festejant sa maragda i es carmí, i
es violeta, transparències talment un arc de Sant Martí que cobrís tota la
terra; enmig de tant de color goiesc hi davallassin uns àngels tocant flautes i
fabiols, semblant a un cant de mèl.leres, torts, rossinyols i demés ocells. I
armonitzats amb aquesta música, tots plegats:
Mos veurem, tots plegats, a Felanitx.
M. Brunet.
6.3.
Exposición del Grup Dimecres en el Salón de Exposiciones del Ayuntamiento de
Manacor.
Del 11 de
diciembre de 1976 al 2 de enero de 1977.
En
el tríptico editado con motivo de esta exposición celebrada en Manacor, Juan
Waelder, en un premonitor y cariñoso texto que apelaba a los sentimientos y que
sirvió de presentación de la muestra, ya percibe y refleja en aquella misma
época algunas de esas peculiaridades que finalmente han caracterizado las
reuniones del Grup Dimecres y lo
han hecho pasar a la historia del arte contemporáneo balear, unos atributos que
pueden resumirse en la evidente superación de los propios egos, la sinceridad
de los participantes, la camaradería, la continuidad de las reuniones y la
sencillez de las mismas:
Es curioso comprobar que pese a
todo lo que se dice y se escribe acerca del individualismo en el arte, del
divismo, snobismo, arribismo… (y aquí paramos) existe otra realidad de la que
raras veces se escribe y ésta es la dimensión humana y cotidiana del artista. (…) Y todo esto viene a que ahora
nos encontramos ante un grupo de artistas (que mal se suele emplear esta
palabra) que han estado trabajando desde siempre con la sinceridad que otorga
la necesidad creativa. Que se han reunido, que han charlado entorno a una mesa
de Can Nofre, no una, innumerables veces, que han prescindido de almidonados
manteles y candelabros barrocos, porque, y ellos lo saben, “el hábito no hace
al monje”. Y es que todos ellos son así, tal como son y suenan, algo ruidosos
algunos, serios e introvertidos los otros, pero todos con un envidiable
denominador común: artistas[77].
Este grupo de artistas al que se refiere Waelder
eran, en esta ocasión, Rafael Amengual, Jim Bird, Miquel Brunet, Mateu Forteza,
Llorenç Ginard, Ellis Jacobson, Guillem Jaume, Mestre Oliver, Ritch Miller y
Longino.
6.4. Colectiva de Verano en la Galería de Arte Serrano de
Cala Rajada.
Del 1 de julio al 10 de
agosto de 1978.
De nuevo varios de
los artistas más habituales de las reuniones de los miércoles –Amengual,
Brunet, Ginard, Guillem Jaume, Ellis Jacobson, Mestre Oliver, Ritch Miller y
Jorge Pombo- deciden exponer de forma colectiva en la galería de arte
dependiente del Hotel Serrano de la Playa de Son Moll de Cala Rajada, en esta
oportunidad acompañados por la pintora local, Catalina Amorós, y por el
manacorense Riera Nadal[78].
Una sala donde, en marzo de 1979, expusieron de nuevo y conjuntamente Miquel
Brunet y Llorenç Ginard[79].
6.5. Exposición colectiva en homenaje a Guillem Jaume en la
Galeria Joaquim Mir de Palma.
Del 6 al 14 de marzo de 1979.
Posiblemente uno de los componentes más activos y
queridos desde el inicio de las reuniones del grupo fue el artista Guillem
Jaume. Fallecido prematuramente un 31 de agosto de 1978 cuando apenas contaba
42 años, este polifacético manacorense –músico de jazz, campeón de Baleares de
tenis y sobre todo artista- fue homenajeado por sus compañeros con una
exposición en la que participaron un gran número de los asiduos asistentes a
las cenas de los miércoles. En la desaparecida galería Joaquim Mir de Palma,
dirigida por Antònia Mas, un amplio conjunto de artistas colgó sus obras a
beneficio de la familia del difunto, cediendo las piezas de manera
desinteresada y rebajando su caché para facilitar las ventas. Participaron
Steve Afif, Amengual, Joan Bennàssar, Bird, Brunet, Castaldo, Cerdà, Coll,
Coronado, Fernando Esteban Manotes, Fernández Molina, Mateu Forteza, Llorenç Ginard,
Guerra, Hasse, Iraola, Jacobson, Labra, Longino, Manresa, Gerard Matas, Mestre
Oliver, Ritch Miller, Morell, Mompó, Orús, Pavía, Pombo, Juli Ramis, Riera
Nadal, Rivera Bagur, Roca Fuster, Rovira, Soler Jové, Subías, Ulbritch, Eduard
Vich, María Vich, Amelia Viejo, Angela von Neuman y Zúñiga, además Joan Miró
colaboró con una litografía y la muestra contó con el apoyo de Ultima Hora,
Imprenta Alemany, Librería Es Cantó, las galerías Quatre Gats, Pelaires, Jaime
III, Latina, Bearn, Norai y Sa Pleta Freda, así como de Maria Molla, Bartolomé
Riera Bassa, Pep Serra y Pep Truyols. En aquella época se hablaba de realizar,
también, una exposición antológica de Guillem Jaume que nunca llegó a
concretarse[80].
6.6. Exposición del Grup Dimecres en la Galería
Kandinsky de Madrid.
Del 3 al 30 de junio de 1980.
El artista Luís María Caruncho Amat, coruñés de
nacimiento y madrileño de adopción, era un buen amigo de José María de Labra y
Mariano Villalta que acudió a visitarlos a Mallorca en alguna que otra
oportunidad. Aprovechando estos viajes Labra y Villalta invitaron al pintor
gallego a participar en las reuniones de los miércoles, cosa que ocurrió en
contadas ocasiones. Fruto de este conocimiento surgió la última de las cuatro
exposiciones que bajo el nombre de Grup Dimecres reunió obra de algunos de sus
integrantes más constantes. Efectivamente, Caruncho, que dirigía en Madrid la
Sala Kandinsky, invitó a los miembros del grupo a realizar una exposición
colectiva en su espacio, allí se presentaron obras de Mompó, Steve Afif, Ellis
Jacobson, Ritch Miller, Labra, Zúñiga, Falcó, Pombo, Amelia Viejo, Llorenç
Ginard, Mariano Villalta, Longino, Alexandro, Guillem Jaume, Brunet, Baldovino,
Jerónimo, Amengual, Jim Bird, López-Soldado y del propio Caruncho[81].
7. El espíritu de Dimecres.
Cuando algo es puro, cuando en su desarrollo priman
valores como la amistad, la generosidad, la fidelidad, la solidaridad y el
desinterés, la luz que emana resplandece más allá de su desaparición material.
Cuando el talento de los individuos es grande, las relaciones humanas pueden
llegar a trascender, siempre que, sus respectivos egos, sean capaces de
acomodarse a las pautas del colectivo, entonces es cuando perdura el buen
recuerdo que dejan, la fe de aquello que defendieron y la integridad de lo que,
juntos, fueron construyendo. Grup Dimecres nunca pretendió una revolución,
no tuvo ganas de manifiestos, ni siquiera tuvo algún ánimo panfletario,
simplemente quería crear, y ayudar a crear, y siempre desde el verbo compartir,
una palabra de significado accesible, sencilla, pero de ejercicio mucho más
complejo. Hace 30 años que ya no hay reuniones de los miércoles, quizás dejaron
de hacerse por algún motivo o, simplemente, porque llegó el momento de su
disolución, quizás fueron unas citas que murieron de éxito, que se fueron
diluyendo a medida que iban llegando otras personas con otros intereses no tan
sanos. Algunos de los artistas más asiduos ya nos faltan, y los que mantienen
la memoria de aquellas cenas la recuerdan con una alegre añoranza, con la
satisfacción de haber pertenecido a un grupo de gente que dejó la mejor de las
huellas posibles, entre ellos mismos y también entre nosotros. Unas reuniones
que difícilmente podrían darse en la actualidad, en esta era de egoísmos y
autismos, donde apenas tenemos tiempo para algo que no sea nuestro propio
ombligo. La mejor herencia de Dimecres es su voluntad de estar y de crecer en
colectivo, sin envidias ni jerarquías, sin patrones ni clichés, sumando sin
restar. Su mejor legado es, sin duda, el maravilloso espíritu de los
miércoles.
[1]
Al margen del manuscrito original de este poema escrito por Josep Melià durante
una de las reuniones del Grup Dimecres y
que se conserva en la colección de Rafael Amengual, existe una versión impresa
en el seno de un artículo firmado por Damià Ramis Caubet, “Dimecres, el arte de
la amistad”, Especial Baleares, Artes Plásticas, nº 39-40, Barcelona, 1980, pág. 23.
[2]
Ya señalaba José María de Labra en una reunión celebrada con otros integrantes
del Grup Dimecres –Ginard, Amengual,
Mariano Villalta, Longino y Pombo– que “La problemática del arte en
Baleares es el producto de una mentalidad enmarañada, monopolizada por un tipo
de pintura y mantenida por el aislamiento”
declaraciones recogidas en Damià Ramis Caubet, “Dimecres, el arte de la
amistad”, Especial Baleares, Artes plásticas, nº 39-40, Barcelona, 1980, pág. 22-3.
[3]
Entre los artistas que contribuyeron a darle forma podríamos destacar a Miquel
Barceló (Felanitx, 1957), Katty Bonnín (Montluçon, Francia, 1947), Bartomeu
Cabot (Palma, 1949), Ramon Canet (Palma, 1950), Pep Canyelles (Palma, 1949),
Tinus Castanyer (Sóller, 1943), Miquel Àngel Femenies (Palma, 1949), Joan Miquel Gelabert (Felanitx, 1952),
Pere Gelabert (Inca, 1953), Sara Gibert (Les Fonts de Terrassa, 1948), Enric
Irueste (Jaca, 1952), Damià Jaume (Palma, 1948), Gerard Matas (Palma, 1945),
Joan Palou (Palma, 1953), Alfons Sard (Palma, 1954), Antoni Socies (Inca,
1955), Andreu Terrades (Palma, 1947), Steva Terrades (Palma, 1947), Vicenç
Torres (Palma, 1950), Mercedes Laguens (Tarazona, 1953), Joan Manuel Menéndez
Rojas (Palma, 1956) y Horacio Sapere (Buenos Aires, Argentina, 1951). Para un
estudio más minucioso es imprescindible recurrir a Lluís Maicas, Dossier de
la Nova Plàstica a Mallorca, Editorial
Berenguer d’Anoya, Inca, 1980; y a Jaume Reus, Art i conjuntura. La
Jove Plàstica a Mallorca, 1970-1978, Di7
Edició, Binissalem, 1999.
[4]
“Curiosament, amb el pas habitual dels artistes del Grup Dimecres, atrets per
Brunet, es va crear a Manacor un cert mercat de l’art contemporani, fins
aleshores pràcticament inexistent. A hores d’ara, no són poques les
col.leccions de manacorins que conserven obres de Mompó, Ritch Miller, Rafael
Amaengual, Guinovart o Robert Llimós” en
Cristina Ros, “Miquel Brunet, en el seu redol”, texto para el catálogo de la
exposición Brunet. Antológica, Ajuntament
de Palma, Palma, 2002, pág. 32.
[5]
Al margen de los pioneros catalanes de Dau al Set, grupo fundado en 1948, hablamos de colectivos más cercanos
cronológicamente al Grupo Tago
como son el Grup Parpalló fundado
en Valencia en 1956 con la presencia de un integrante del Grup
Dimecres como lo fue José María de Labra y
un asistente puntual a las reuniones de los miércoles como Eusebio Sempere, el Grupo
El Paso fundado en Madrid en 1957 y del que
formaron parte Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Francés, Manolo Millares,
Manuel Rivera, Antonio Suárez, Antonio Saura, Pablo Serrano, Martín Chirino,
Manuel Viola y los críticos José Ayllón y Manolo Conde, el Equipo 57 fundado en París en mayo de 1957 por los escultores
Jorge Oteiza, Luis Aguilera y los pintores Ángel Duarte, José Duarte y Agustín
Ibarrola, así como por el arquitecto Juan Serrano, un colectivo que compartió
estilo, teorías, época e incluso estudio con el Equipo Córdoba, también fundado en 1957. De manera algo posterior,
en 1966, apareció un colectivo llamado Gaur fundado por pintores y escultores vascos entre los
que se hallaban el propio Jorge Oteiza, Néstor Basterrechea y Eduardo Chillida,
un año, este 1966, en el que precisamente culminaron las gestiones del Grupo
de Cuenca, con Fernando Zóbel, Gerardo
Rueda y Gustavo Torner a la cabeza, inaugurándose el Museo de Arte Abstracto de
la ciudad que da nombre al grupo, todo un hito que reforzaba las nuevas maneras
y conceptos que, más tarde que temprano, llegaban a la creación artística
española. En el ámbito balear, al margen de Tago, encontramos el Grupo Ibiza 59 con Erwin Bechtold, Erwin Broner, Hans Laabs, Katja
Meirowsky, Robert Munford, Egon Neubauer, Antonio Ruiz, Bertil Sjöberg, Carlos
Sansegundo, Bob Thompson y Heinz Trökes, que también se encargaron de traer
aires de contemporaneidad a nuestro archipiélago.
[6]
Rafel Jaume, “La botadura de Tago”, en la revista Santanyí, nº 50, Santanyí, 21 de noviembre de 1959; reproducido
en María José Corominas, Aproximació a l’avantguarda a Mallorca
1959-1982, Govern Balear, Palma, 1996, pág.
60.
[7]
En este sentido destaca el artículo firmado por Alexandre Cirici-Pellicer, “La
actualidad de Mallorca se llama “Tago””, Gran Vía, Barcelona, 25 de junio de 1960, pág. 14; reproducido
en María José Corominas, Aproximació a l’avantguarda a Mallorca
1959-1982, Govern Balear, Palma, 1996, pág.
62.
[8]
Para obtener una perspectiva general de este grupo se puede consultar el
catálogo de la exposición Grupo Ibiza 59. Passat i present, Museu d’Art Contemporani d’Eivissa, Ibiza, 1992.
[9]
Sobre este colectivo se ha publicado un interesante estudio firmado por Pilar
Serra, Es deu des Teix 1962-1963, Consell
de Mallorca, Palma, 2001.
[10]
Rafael Ferrer Massanet, “La sala de arte Drac, una realidad espléndida”, Diario
de Mallorca, Palma, 18 de octubre de 1966.
[11]
“Copas y cuadros en el Rincón del artista”, Diario de Mallorca, Palma, 10 de enero de 1970; “Bes: un nuevo grupo
artístico”, Baleares, Palma, 11
de enero de 1970, pág. 35; José Bauzá y Pizá, “Grupo Bes en el Rincón del
Artista”, El arte y sus galerías, Diario de Mallorca, Palma, 29 de enero de 1970, pág. 14.
[12]
Jean Schalekamp, “¿Quién era el dios Bes?”, Bes, Galería Rincón del Artista, Palma, enero, 1970.
[13]
Realizada en octubre de 1971 en la librería Tous de Palma, los participantes en
esta propuesta sí que poseían unos planteamientos plásticos y conceptuales
comunes. Incardinada en los parámetros generales del arte povera, contó con
piezas de Katty Bonnín, Tinus Castanyer, Miquel Àngel Femenies, Ferran García
Sevilla y Gabriel Noguera Vizcaíno.
[14]
Muestra experimental y colectiva presentada en la Galeria 4 Gats de Palma en
agosto de 1973 con obras de Bartomeu Cabot, Ramon Canet, Sara Gibert, Marcelino
Grande, Gerard Matas, Miquel Àngel Femenies, Andreu Terrades y Steva Terrades.
[15]
Continuando la experiencia de Ensenya I pero extendiéndola al campo del cómic,
se plantea esta segunda convocatoria celebrada en la Casa de Cultura del Museu
de Mallorca en enero de 1976, participando en ella Bartomeu Cabot y el equipo The
five worlds, compuesto en esta ocasión por
Enric Juncosa, Miquel Llobera, Jaume Pujol, Joan Carles Pujol, Honorat Ruiz y
Joan Félix Sánchez.
[16]
La primera exposición de este contestatario colectivo también tuvo lugar en la
librería Tous de Palma de Mallorca en 1974, Criada 74 duró tres años de animosa actividad y en 1977 –cuando
tras la caída del franquismo parecía comenzar a perder su razón de ser– se
disolvió dejando una huella cierta en la historia de la plástica mallorquina.
Para una contextualización más amplia de este grupo cuyos miembros más estables
fueron Pep Canyelles, Miquel Àngel Femenies, Àngel Muerza, Vicenç Torres, Carme
Roig y Ramon Valentí, consultar el texto de Jaume Reus, “Criada 74: art i
conjuntura (1974-1977)”, La Transició a les Illes Balears: Simposi
dels 25 anys de l’Institut d’Estudis Baleàrics,
Institut d’Estudis Baleàrics, Palma, 1998, pág. 387-396.
[17]
Colectivo de artistas que se rebelaban contra la situación cultural
mallorquina, contra el estado de la cuestión y contra la vía por la que
preveían iba a discurrir su evolución, abominando del provincianismo cierto,
pacato y anquilosante, y reivindicando una apertura cultural que combatía la
cerrazón política y social de aquel final de dictadura. Este grupo va teniendo
una composición variable a lo largo del tiempo, aunque entre sus miembros
destaca la participación de Pere Aeroplà, Josep Albertí, Miquel Barceló,
Bartomeu Cabot, Damià Ferrà Ponç, Pere Miquel Gelabert, Joan Miquel Gelabert,
Sara Gibert, Mercedes Laguens, Pep Maur Serra, Biel Mesquida, Joan Palou, Damià
Pons, Alfons Sard, Jaume Sastre, Antoni Socies y Ángel Terrón.
[18]
Publicación experimental concebida por Steva Terrades y secundada por Bartomeu
Cabot, Sara Gibert y Andreu Terrades, como canal de comunicación y expresión
alternativo a la obra de arte tradicional.
[19]
Edición creada por los poetas Ángel Terrón y Rafel Jaume para tratar de generar
una interrelación directa entre la creación visual y la poesía. Los artistas
plásticos que participaron fueron: Bartomeu Cabot, Pep Canyelles, Sara Gibert,
Joan Palou, Andreu Terrades y Steva Terrades.
[20]
Publicación vinculada a Taller Llunàtic que, en sus diferentes etapas, contó
con el empuje de creadores como Josep Albertí, Bartomeu Cabot, Lluís Maicas,
Jaume Sastre, Ángel Terrón y Andreu Vidal.
[21]
Al margen de otros eventos, existe un completo reportaje fotográfico realizado
por Joan Ramon Bonet en la cena homenaje que se realizó a Longino en marzo de
1980, con presencia, tanto de artistas del Grup Dimecres, como de creadores pertenecientes a la Jove
Plàstica.
[22]
“Cabe citar aquí, aunque no haya realizado ninguna exposición conjunta, el
llamado Grupo “Dimecres” formado por artistas de distintos estilos si bien
enmarcados todos ellos dentro de una manera y una preocupación por las nuevas
tendencias. Estudiados en otra parte de esta obra, este grupo está compuesto
por los artistas siguientes: Jorge Manuel Pombo, José María de Labra, Longino
Martínez, Rafael Amengual, Mariano y Esteban Villalta, Lorenzo Ginard, López
Soldado, Miguel Brunet, Caruncho y Mateo Forteza. Este grupo comenzó a reunirse
(1975) en Manacor. Actualmente, aunque de manera esporádica, lo hace en
Génova”, Gaspar Sabater, La
pintura contemporánea en Mallorca, Edicions
Cort, Palma, 1982, tomo II, pág.
20.
[23]
En ese aspecto destacan las ajustadas líneas que Carme Castells, Josep Melià,
Cristina Ros o Pilar Serra, dedican al Grup Dimecres en el contexto de los estudios que realizan sobre
alguno de los artistas participantes en las reuniones: Carme Castells, Ellis
Jacobson. Antológica, Ajuntament de Palma,
Palma, 2004, pág. 38; Josep Melià, “Miquel Brunet o el miracle de néixer
artista i no deixar-se consumir per la vulgaritat imposada”, Brunet, Govern Balear, Palma, 1990, pág. 15; Josep Melià,
“Text, pre-text i con-text per a Rafael Mahdavi”, Rafael Mahdavi,
1980-1990, Consell Insular de Mallorca,
Palma, 1990, pág. 9; Cristina Ros, “Miquel Brunet. El pintor i la terra”, Actituds
tangencials, Projecte Llevant, Manacor,
2000, pág. 25; Cristina Ros,
“Miquel Brunet, en el seu redol”, Brunet. Antológica, Ajuntament de Palma, Palma, 2002, pág. 32; Pilar
Serra, “Baldovino. Mons imaginaris plens de color i poesia”, Ángel
Baldovino. Retrospectiva, Ajuntament de
Palma, Palma, 2006, pág. 19.
[24]
Un mural de grandes proporciones realizado por el artista entre los años 1974 y
1975 que se ubica entre el hall y la escalera que une la planta baja con los
pisos superiores de la Torre Cega. Encargo del propietario de la residencia,
Bartomeu March, su temática gira alrededor de las cuatro estaciones y los
cuatro elementos primordiales –agua, tierra, aire y fuego– a la manera de
prolongación del suntuoso jardín del palacio, procurando, además, guardar
cierta conexión con la idiosincrasia del pueblo y del paisaje mallorquín.
[25]
De una de las cenas celebradas en este emplazamiento deja nota el artículo de
Juan Pla, “Los nuestros, caseros…”, Baleares, Palma, 10 de diciembre de 1976, pág. 4.
[26]
Una reunión heterogénea que convocó a alguno de los participantes en las citas
del Grup Dimecres, a ciertos integrantes
de la Jove Plàstica y a algunos
artistas más, como Alcón, Rafael Amengual, Tinus Castanyer, Miquel Cerdà, Damià
Jaume, Caty Juan, José María Martínez Tendero, Manolo Mompó, José Luis Pla, el
propio Toni Riera, Roca Fuster y la pintora Rus. Deja constancia de esta
noticia el artículo de Juan Pla, “Tertulia de doce pintores. Aquelarre,
happening, festival de palabras”, Baleares, Palma, 4 de abril de 1976, pág. 5. Ilustrado con un
completo reportaje gráfico realizado por Joan Ramon Bonet.
[27]
“El Grup Dimecres en Ciutat”, Ultima Hora, Palma,
12 de diciembre de 1977, pág. 14.
[28] Vicente
Segura, “El discreto encanto de la Vida”, Ultima Hora, Palma, 5 de enero de 1978.
[29]
Si se quiere ahondar sobre la pintura no figurativa que se ha desarrollado en
Baleares durante la segunda mitad del siglo XX, resulta recomendable la lectura
del catálogo de la exposición comisariada por Joan Carles Gomis, Abstraccions.
Pintura no figurativa a les Illes Balears, Sa
Llonja, Govern Balear, Palma, septiembre, 1996.
[30]
Para ampliar los datos sobre el arte de corte ingenuista: Rafael Perelló
Paradelo, Art naïf a Mallorca, Consell
Insular de Mallorca, Palma, 1985.
[31]
Resulta muy clarificadora la visión que sobre estos artistas se da en el
catálogo de la exposición comisariada por Joan Carles Gomis, con texto de
Cristina Ros, Actituds tangencials,
Projecte Llevant, Manacor, diciembre, 2000.
[32] AA.VV., Ahmed
Nawar, Galeria Norai, Pollença, octubre,
1979.
[33] Rafael
Perelló Paradelo, Alexandro, Galeria
Norai, Pollença, septiembre, 1980.
[34] R.
Amengual, Galería Norai, Pollença, 1980.
[35] AA.VV., Cerdà:
escultures i dibuixos, Galeria Norai,
Pollença, julio, 1980.
[36] AA.VV.,
Villalta, Galeria Norai, Pollença, mayo, 1980
[37] Ahmed
Nawar, Galería Latina, Palma, octubre,
1978.
[38] AA.VV., Villalta, Galería Latina, Palma, septiembre, 1978.
[39] Jerónimo
Pablo González-Martín, Longino, Galería
Latina, Palma, diciembre, 1979.
[40] AA.VV.,
A. Viejo, Galeria Es Cau, Manacor, mayo,
1976.
[41] Antonio
Fernández Molina, Zúñiga, Galeria Es
Cau, Manacor, mayo, 1977.
[42] J.
Sarasate: hierro y acero forjado, Galeria
Es Cau, Manacor, noviembre, 1978.
[43]
Testimonio escrito de este éxito, así como de la visita del propio Joan Miró a
la galería, se refleja en el siguiente titular: “Miró ante Miró: un visitante
de excepción en una sala de arte palmesana en la que, entre otros grandes
maestros, se exponen obras suyas. Aunque cueste creerlo, desde su inauguración
hasta ayer –3 días– más de quince mil personas han desfilado por la galería”, Baleares, Palma, 22 de agosto de 1969.
[44]
Blai Bonet, Catálogo de la exposición inaugural de la Sala Pelaires, Sala Pelaires, Palma, agosto, 1969; y Robert
Graves, Invitación para la inauguración de la Sala Pelaires, Sala Pelaires, Palma, 19 de agosto de 1969.
[45] Blai Bonet,
John Ulbricht, Sala Pelaires, Palma,
1973.
[46] Ulbricht, Sala Pelaires, Palma, marzo, 1978.
[47] John
Ulbricht: óleos de pequeño formato, Sala
Pelaires, Palma, diciembre, 1979.
[48] Antonio
Fernández Molina, Angela Von Neumann,
Sala Pelaires, Palma, 1969.
[49]
Camilo José Cela Conde, Angela von Neumann,
Sala Pelaires, Palma, noviembre, 1974.
[50] Cesáreo
Rodríguez-Aguilera, Guinovart 80, Sala
Pelaires, Palma, febrero, 1980.
[51] Ricardo
Barletta, Ritch Miller, Sala Pelaires,
Palma, 1976.
[52] Blai Bonet,
Will Faber, Sala Pelaires, Palma, junio,
1975.
[53]
Antonio Fernández Molina, “La aventura del arte”, Rafael Amengual, Sala Pelaires, Palma, agosto, 1971.
[54] Gabriel
Janer Manila, Juli Ramis, Sala Pelaires,
Palma, octubre, 1976.
[55] Rafel
Jaume, Juli Ramis, Sala Pelaires, Palma,
mayo, 1980.
[56] Josep
Melià, Pavia, Sala Pelaires, Palma,
marzo, 1976.
[57] David
Magil, Ellis Jacobson, Sala Pelaires,
Palma, 1971.
[58] Jacobson, Sala Pelaires, Palma, 1979.
[59] Vicente Aguilera
Cerni, Jim Bird, Sala Pelaires, Palma,
1975.
[60] Jim Bird, Sala Pelaires, Palma, octubre, 1978.
[61] AA.VV., Damià
Jaume, Sala Pelaires, Palma, octubre, 1975.
[62]
Se editó un catálogo que contenía textos de tres asistentes a las reuniones del
Grup: Josep Melià, “La difícil recuperació de Miquel Brunet”; Guillem Puerto,
“Quatre mots a Miquel Brunet, amic”; José María Guerrero Medina, “Brunet. Manacor”; en Miquel Brunet, Sala Pelaires, Palma, 1976.
[63] Camilo José
Cela y José Corredor-Matheos, Castaldo,
Sala Pelaires, Palma, 1977.
[64] Damià Ferrà-Ponç, “La pintura dels petits
éssers: Miquel Brunet”, Miquel Brunet, Galeria 4 Gats, Palma, 1973.
[65]
AA.VV., Carmen Ramírez. Escenas Mallorquinas, Galería 4 Gats, Palma, junio, 1973.
[66] Dentro
de un embudo, Galería 4 Gats, Palma, 1974.
[67] Antonio
Fernández Molina, R. Amengual, 4 Gats
galeria d’art, Palma, enero, 1976.
[68] AA.VV., A.
Viejo, Galeria 4 Gats, Palma, diciembre,
1976.
[69] Guillem
Frontera, Jerónimo, Galeria 4 Gats,
Palma, septiembre, 1977.
[70]
Datos extraídos de la invitación Exposición – Homenaje en el X aniversario
de su muerte a Minocci, el pintor de las flores, Universo Galería de Arte, Palma, mayo, 1978.
[71]
Además participaron otros artistas no vinculados a las reuniones de los
miércoles como Barceló, Bechtold, Canet, Gerard Matas, Ross Abrans, Ángel
Sanmartín y Tur Costa.
[72]
Los artistas que compartieron propuesta con ellos fueron Bartolozzi, Arranz
Bravo, Gerard Matas, Joan Miró y Enrique Salamanca.
[73] S.V. “El
Grup Dimecres expone”, Diario de Mallorca,
Palma, 23 de mayo de 1976, pág. 16.
[74] Según la
siguiente noticia: “El Grup Dimecres”, Felanitx. Semanario de intereses
locales, Felanitx, 27 de agosto de 1976.
[75] Damià
Huguet, “Els dimecres de les línies”, Grup Dimecres, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de las Baleares,
Felanitx, 1976.
[76]
Miquel Brunet, Grup Dimecres, Caja de
Ahorros y Monte de Piedad de las Baleares, Felanitx, 1976.
[77]
Texto editado en el tríptico impreso con motivo de la exposición citada: Juan
Waelder, Grup Dimecres, Ayuntamiento de
Manacor, Manacor, 1976.
[78]
Da referencia de esta muestra la invitación editada con motivo de la misma: Colectiva
Verano, Galería de Arte Serrano, Cala
Rajada, julio, 1978; y la noticia de prensa: A.P.S., “Galería Serrano.
Colectiva de Verano”, Ultima Hora,
Palma, 1 de julio de 1978, pág. 30.
[79]
A.P.S., “Llorenç Ginard: ante todo, artista ”, Ultima Hora, Palma, 5 de marzo de 1979, pág. 33.
[80]
D.C. “Exposición colectiva en homenaje a Guillem Jaume”, Diario de Mallorca, Palma, 9 de marzo de 1979.
[81]
Según los datos extraídos del díptico editado con motivo de la exposición Grup
Dimecres, Kandinsky Centro Difusor de Arte,
Madrid, 1980. También deja constancia de esta muestra Rafel Jaume,
“Ex-posicion-es”, Ultima Hora,
Palma, 13 de julio de 1980, pág.18.